- Adaptate a tu tipo de conducción. Y es que no es lo mismo conducir por terrenos montañosos que lisos, o en trayectos cortos que largos. La frecuencia y exigencia que le des a tus frenos influyen en su duración en buen estado. También tu forma de conducir influye, dependiendo si sueles hacer frenazos o no, por ejemplo.
- Intenta reducir el uso de los frenos. Por ejemplo, dejando de acelerar antes, consigues que el coche reduzca progresivamente la velocidad y no tengas que usar tanto el freno.
- Haz caso a las señales. Cosas como el testigo encendido, el pedal de freno esta esponjoso, notas una pequeña vibración al pisar el freno, etc, pueden indicar que existe algún fallo con el sistema de frenado de tu vehículo.
- Si el pedal de freno esta demasiado fuerte, o por el contrario, se hunde con facilidad, es debido seguramente a un problema. Llévalo a un taller para asegurarte de que todo va bien.
- Si escuchas chirridos, puede deberse a que has cambiado las pastillas sin haber cambiado los discos. Pero si no es el caso, puede deberse a un problema mayor, que no deberías dejar pasar.
- La calidad y el desgaste de los frenos influyen en la distancia de frenado. Es importante hacer revisiones periódicas de este sistema, para evitar problemas en las franadas.
- Asegúrate de la calidad de las pastillas de freno. Que estén homologadas es lo mínimo que deberías exigir en tu taller.
Espero que estos consejos te ayuden a tener un vehículo mejor preparado, y una conducción más segura.
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